Let´s move on
Cuando el pesimismo nos invade, y creemos que nunca volveremos a levantar cabeza, siempre hay alguien que nos recuerda que existe luz al final del túnel, y que hay que tener paciencia, por que al final todo se supera…
Para todos los que quieren pasar página, aquí os dejo mi reflexión para la motivación.¡¡¡ Sí se puede!!!!
Un saludo y feliz semana 🙂
Pensaba que era una persona fuerte. Una de esas personas que nunca se rinde. Pensaba que era cabezota e insistente hasta que las situaciones más difíciles se transformaban en imposibles delante de mis propios ojos, de tal manera que ya no tuviera más razones para luchar.
Ahora sé, que se puede ser todo eso y mucho más, pero también he de aprender que por ser así me daré un millón de veces más contra el suelo.
Supongo que si no voy a cambiar, al menos tendré que aprender a resignarme de vez en cuando, a saber perder y retirarme a tiempo. Al fin y al cabo, la resignación debe ser útil en ciertas ocasiones… Especialmente cuando insistir por algo en lo que cada vez crees menos acaba perdiendo el sentido y pasa al dolor.
Si no, que le pregunten a todas las personas que se dan por vencidas fácilmente, o a todos los cobardes del mundo. Si te pones a pensarlo, todos hemos tenido miedo alguna vez, yo personalmente muchas, pero ¿a quién llamas cobarde?. Lo siento, yo sólo puedo apiadarme de ellos. Siempre odie los caminos rectos…
Pero bueno, supongo que es mejor resignarse y retirarse a tiempo, que convertirse en una gilipollas que se da cabezazos en la misma pared, mientras todo el mundo mira y «echa alguna foto de vez en cuando», o te da una palmadita en la espalda.
Antes pensaba que la resignación para una persona con semejante carácter supone un insulto para el mismo; da igual que todos te digan que es lo mejor; no importa si hasta tú misma te das cuenta que realmente es lo mejor. De nada me sirve a mí, haberme caído con esa piedra una y mil veces si cierro los ojos y lo que quiero realmente no es saltarla, sino cogerla, protegerla y llevarla conmigo en mis manos, y de esa manera, no volver a caerme por su culpa.
Supongo que quien inventó la metáfora de las piedras en el camino sabía lo que se hacía. Por eso usó piedras y no flores. Las piedras pesan, no suelen ser muy bonitas, ni útiles ni valiosas. Las piedras estropean el camino, lo dificultan. Hay piedras muy grandes, casi imposibles de saltar, otras que hay que bordear. Piedras que tienes que trepar y tardas mucho tiempo en dejarlas atrás…
Vale, si; creo que ya me ha quedad claro. Después de reventar ese muro de piedra a cabezazos, (porque obviamente, hasta que no se ha roto, no he podido parar), he visto que al otro lado no hay nada más que una senda poco definida, que se pierde en el horizonte de la vida… Entonces, he llegado a la conclusión: sólo me queda seguir caminando…
Claro, ¿qué esperabais? ¿Más gritos, lloros y lamentos? ¿Una última carrerilla que me lleve a caer al vacío de nuevo? Además de cabezota, insistente y valiente, también tengo que ser honesta y admitir mis errores. Y eso no es resignarse, para nada. Eso es saber avanzar, comenzar a caminar hacia ese horizonte, trepar, saltar y bordear todas las piedras que aparezcan en el camino y esperar a encontrar la más bella flor de todas, esa que si pueda coger entre mis brazos, cuidar y llevarla conmigo. Una que me ayude a seguir esquivando muros, piedras y obstáculos y en la que yo pueda centrar toda mi insistencia y cabezonería en unos momentos, y darla todo mi amor y cariño en los demás. Que también sea valiente, tenga valores y no le importe romper un muro a cabezazos si piensa que merece la pena.
Pero para eso tengo que seguir andando. Y definir esa senda difusa, esa que quiere mostrarme todos los obstáculos y paisajes de ensueño por el camino. Porque ya lo dijo Machado: “Caminante, no hay camino, se hace camino al andar. Al andar se hace el camino, y al volver la vista atrás se ve la senda que nunca se ha de volver a pisar”.
Nos pasamos toda la vida pensando frases ingeniosas con las cuales pretendemos reafirmarnos, demostrar algo a alguien o a nosotros mismos y de esa manera, confiar en justificar la moralidad de nuestros actos.
La vida no son escusas. La vida no son razones. La vida no es abrir un libro de dichos proverbiales que seguir a rajatabla, o copiar. Es crear los tuyos propios a partir de unos instintos, unas vivencias, una cultura, unos conocimientos y unas actitudes.
Nadie tiene la verdad absoluta. Nadie sabe todas las respuestas.
Las personas, nos empeñamos en buscar un sentido a la vida sin darnos cuenta que la vida es un sinsentido. Ojalá todos pudiéramos concentrar ese esfuerzo por buscar respuestas, simplemente en vivir; porque es esa vida la que finalmente te proporcionará todo lo que necesitas saber.
Y si no es así, permítanme que les diga: ya es hora de disfrutar la vida.
Nos se trata de pasar rápido los momentos malos, de desear que se pare el tiempo en los buenos, de intentar olvidar los llantos o de memorizar cada momento que sonreímos. Se trata de aprender algo de todos y cada uno de esos momentos, de retorcerlos todos al máximo hasta absorber la última gota; de saborear esas alegrías pero también, de probar el amargo sabor de una lágrima.
Porque de nada sirve buscar una explicación cuando nos estamos perdiendo los pequeños detalles en el camino, de ser así, nunca hallaremos respuesta.
Abrir la mente, digerir, buscar hasta por debajo de las piedras. Caerte. Caerte otra vez. Levantarte, resbalarte y volverte a levantar. Saltar correr y gritar. Sobretodo sonreír y disfrutar. Pensar en aquí y en ahora. Tal vez como mucho pensar en dentro de unas horas. Pero no en mañana, en pasado o en el año que viene. Porque si hablamos de futuro no hay nada seguro y menos aun las consecuencias; pero lo que sí es seguro es lo que vamos a hacer ahora; ya veremos cómo lo arreglamos si sale mal, y ya veremos como disfrutarlo y apreciarlo si sale bien.
Porque aunque te empeñes en hacer unas cosas, la vida es lo que ira sucediendo mientras tanto queramos o no; lo que debemos hacer es aprovechar ese momento adecuado..
Vivir no es sólo existir,
sino existir y crear,
saber gozar y sufrir
y no dormir sin soñar.
Descansar, es empezar a morir. Gregorio Marañón.